No sé en que momento cambió la tendencia, pero no ha transcurrido mucho desde la última vez que saboreaba casi protocolariamente un cd de reciente adquisición en unos grandes almacenes; las sensaciones eran dispares, puras, todas ellas merodeando la frontera de lo positivo y lo virginal: contemplar la caratula por fuera, romper el plástico retractilado que lo contenía, ojear el libreto, haciendo un vago repaso entorno a sus letras, primeras escuchas, traducción e interpretación de los estribillos a lápiz sobre ese mismo documento pseudocoránico, y consagración. Todo se producía en un intervalo de tiempo indefinido, nunca establecido de antemano. Jamás corría prisa: lo importante era no dejar escapar ningún detalle, no vulgarizar ninguno de los pasos antes mencionados. En ocasiones podían transcurrir meses, enlazarse con otros discos del mismo autor o compaginarse con los de otros, sin arrugar la presencia vital de quién considera que guardaba entre los estantes de su habitación verdaderas joyas de la Casa Real.

Del mismo modo que con la música, otras disciplinas artísticas, otras formas de entretenimiento, corrían la misma suerte: propiciaban el sentirse (aún más) vivo, respaldado por las propias creencias de uno mismo y las que se asomaban de la trascendencia de las acciones asociadas a tales actos. Leer a Bukowski en un sofá andrajoso durante cuatro tardes seguidas de salón, escuchar a Jeff Buckley de camino al tren, o quedar con alguien para triturar unas pipas a punto de sal en un parque sin mayor pretensión que esta, incluso fomentando estar en silencio el mayor rato posible, eran pretensiones cotidianas vitales muy apreciadas.

Ahora, sin embargo, y de un tiempo a esta parte, se nos paró el reloj para lo cotidiano, lo cañí y lo bizarro. Luces y sombras entonan los despertares para anunciar mañanas que comienzan sin mesura y terminan con templanza y cierta sensación de incompletitud: no hay suficientes horas en el día para todo lo que debemos leer, escribir, escuchar, manifestarnos e interactuar.
Ojo, hablo innatamente de deber y no de querer, de una inercia desbordada.

La tendencia en masa apunta a devorar contenidos compulsivamente y no a disfrutarlos, a la cultura del abarcar mucho sin pasión frente al saborear lo justo sin mayor pretensión.

Blogs anónimos y de culto, discos de grupos de un sólo disco y de bandas consagradas, periódicos gratuitos y de tirada nacional, foros, chats, redes sociales, eventos naïfs culturales cuasi-intelectuales, conciertos, festivales, exposiciones, viajes frenéticos, retiros espirituales, reuniones familiares, amores estacionales, sueños vocacionales, dramas personales, pasiones deportivas, cuidados del alma y de identidades.

Ceder ante tales pretensiones es morir, condenarse a ello es regirse bajo un mismo tumulto. ¿Cómo nos posicionamos pues, llegados a este a punto?

Establece las pautas sobres las que se desarrollan los actos de tu función, aboga por un nuevo presente cada día, alterna ajetreo con desdén y algo de rebeldía, suplanta lo que tengas por un nuevo punto de partida.

En todo caso, suerte, y corre. O no.

Maratón en Suecia BTH 2009

Si algo me ha acompañado todos estos años, ha sido la pasión por correr. Inspirado en las teorías de un vecino-peluquero habitual en San Silvestres, hace 5 años su recomendación en uno de mis mensuales saneamientos de puntas en su centro de estética provocó un interés que perdura en la actualidad.

Los motivos por aquel entonces fueron los de explorar un campo que despertaba cierto interés en mí, que generan (en todos) en primera instancia ligera vageza, y que destapan ciertos tópicos en su práctica («Saldrás dos días y te cansarás», «El footing es aburrido, no tiene una temática definida, salvo ir de aquí para allá y llegar a casa exhausto», «Correr es de cobardes»).  El caso es que, en el contexto que me rodeaba por aquel entonces, la adaptación fue instantánea, y la necesidad de superación inmediata, aumentando cada día el nº de kilometros de los trazados que se realizaban. El footing, de la noche a la mañana, daba respuesta efectiva a una carencia de práctica deportiva, y regulaba la ansiedad y el estrés acumulado de una vida ajetreada tras cada salida.

Las sensaciones y beneficios tras cada sesión eran magníficos: desentumecimiento y fortalecimiento de todos los músculos y articulaciones del cuerpo y mejora del estado del corazón (disminuyendo la frecuencia cardiaca en reposo), liberación de adrenalina, secreción de endorfinas, (pequeñas proteínas que aportan bienestar, vitalidad y alegría), descenso del colesterol y los triglicéridos y de la presión arterial, estimulación de la formación de hueso (reduciendo el riesgo de osteoporosis), mejora en la respiración y expulsión de mucosa residente… Daba igual como transcurrieran los días, que problemas/responsabilidades/compromisos afrontáramos, que resultados se hubieran producido, la llegada de la noche siempre otorgaba la estabilidad y la cordura suficiente para afrontar cada nuevo siguiente amanecer.

He experimentado sobre todo tipo de superficies en varias localizaciones del planeta: sobre asfalto en rutas por el barrio, y tierra en caso de acudir al espacio de Cotos privados de caza que delimitan la urbanización en la que resido y Móstoles, sobre ambas superficies también por este municipio (corriendo por el casco Antiguo, en el Parque Natural o en las Pistas de Atletismo del Centro de Deportes El Soto); en Valladolid centro, ya sea en Campo Grande (una zona verde preciosa) o por la periferia; en Siria en el Shabile (un lugar de descanso cercano a unos centros comerciales que le dan nombre al parque); en Suecia, concretamente en Karlskrona, lugar en el que residí entre 2008-2009 por beca de estancia Erasmus, ya fuera por el centro de la ciudad, o en un parque pegado a mi residencia y al mar con el que aún sueño.

He salido a correr con el peluquero moderno-enrollado, o con gente a la que conocía de vista o por amistades de amistades, y he intentado animar (en ocasiones, sin éxito, pruebas de ensayo-error) a amigos del barrio o compañeros de Erasmus. Destaco principalmente la figura de mi hermano, un grande en todos los sentidos, con el cual iniciamos el hábito y con el que presento cierto sincronismo a la hora de necesitar imperiosamente salir a correr o no, y a Álvaro, amigo de vivencias y figura indispensable en mi vida, con el cual sigo haciendo kilometros hasta la fecha.

La foto de arriba corresponde a una mini-maratón organizada por la Universidad BTH en Suecia para estudiantes y profesionales, y que se desarrolló principalmente sobre el espacio de terreno correspondiente al parque antes mencionado próximo a mi casa, en la residencia Minerva.

Silence is needed

Llevo, desde el último post, acumulando infinitas ideas para entradas en Eterno ES, pero no me he visto, hasta hoy, preparado para afrontar la escritura de unas líneas sobre las cuales plantear sensaciones, barajar opiniones, cuestionar  las acciones propias y las de los demás. Y el firmamento.

Hoy he presentado el proyecto final de carrera de Ingeniería Informática Técnica de Sistemas.

Si, hoy, tras muchos años de frustraciones, de debilidades, de no tener fuerzas para proseguir  y pensar en abandonarla (esas tardes sentados en bancos de parques junto a amigos de carrera en la misma situación, sangrando por dentro de la impotencia) , de creer que era imposible llegar hasta donde hoy me sitúo.

Si, hoy, después de haber currado años en una multinacional de deportes, de tocar en varios grupos con más o menos éxito, de compartir mi vida en varias relaciones de pareja, de haber saltado de grupo en grupo de amigos, de cambiar de estilo, de apariencia, de forma de pensar.

Este es sin duda un manifiesto a la vida, a la lucha interior, a la creencia en uno mismo.

Ahora toca descansar, recuperarnos del agotamiento mental, y salir del estado de shock emocional en el que me encuentro.

Larga vida a los sueños.

[RECOMENDACIÓN MUSICAL] Un tema que viene muy a cuento :

We Are Scientists – After Hours

[WEB DE CONTENIDOS DEL MOMENTO] Blog de seguimiento de mi PFC Poiritem:

http://poiritem.wordpress.com

No te rindas

23 May 2009

El arte en su pluma, una constante.

El arte en su pluma, una constante.

Era domingo. Aquí en Suecia, el tiempo no acompañaba lo suficiente como para sobreponerse a resacas de éxito y fracaso semanal. Me gustan los días grises, el olor a humedad y todo lo que suscite el que uno se sienta adolescente y capaz de escribir sensiblerías a media tarde frente a unas vistas díficiles de describir con palabras.

En un día en el que se nos antojaba un cierre plácido y sin sobresaltos, pobramos suerte, ya en los minutos de descuento, sobre periódicos digitales, en busca de alguna noticia que pudiera ocupar media ventana del navegador web y que no tratase de crisis y decadencia financiera, en un mundo lleno de centros comerciales plagados de gente consumiendo innecesariamente por exceso de tiempo libre y falta de ocio; curioso fue que al tiempo en que leía la noticia, un amigo (José Cabello, el artista madridista) me mandaba un mail-cadena en homenaje al escritor.

Al instante de concebir la noticia, perdí el control sobre una taza de Rooibos africano.

Los primeros recuerdos que asocio a mis días con éste poeta y sus obras datan de cuando mis primeras cartas dirigidas a amores platónicos primerizos: siempre dejaba seña de algunas de sus estrofas en las despedidas de las mismas, dejando entrever mi aprecio por la persona, por el buen gusto compositivo, y por el arte de transcribir lo que uno siente, que a fin de cuentas, es el puro reflejo de todas nuestras realidades, atemporales todas ellas.

Benedetti siempre fue un referente sobre el cual apoyarse cuando uno cree perder el norte, e incluso cuando uno cree tenerlo fuertemente amarrado; con libros o con mp3 de audiopoemas en el reproductor de turno, cualquier excusa resultaba buena para adentrarse en la vida de este hombre, y entender así el porque seguimos vivos para celebrar una y mil sensaciones pasajeras, y que nos hacen de algun modo comprender la forma en la que nos relacionamos, sentimos y pensamos. Si, yo soy de los que piensa que vivimos en una sociedad deshumanizada, en la que se premia lo superfluo y se olvida lo más urgente.

A sus 88 años, y dejando grandes y numerosas obras sobre la mesa, mostró una entereza encomiable fuera de la vida pública en sus últimos años cansado de tanto reconocimiento, en donde la muerte de su compañera de vivencias y sus achaces de corazón lograron ganarle la batalla personal frente a la vida, dando paso a un último suspiro.

Recomendaciones dejo, para aquellos que quieran iniciarse, cuatro obras: un ensayo,«Vivir adrede» (2007), una novela,»Las soledades de Babel» (1991),  y un par de libros de poemas: «El amor, las mujeres y la vida» (1995) y «El mundo que respiro» (2001).

Grande, maestro.

De camino a un lugar mejor.

De camino a un lugar mejor.


Tus manos son mi caricia
mis acordes cotidianos
te quiero porque tus manos
trabajan por la justicia

si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos

tus ojos son mi conjuro
contra la mala jornada
te quiero por tu mirada
que mira y siembra futuro

tu boca que es tuya y mía
tu boca no se equivoca
te quiero porque tu boca
sabe gritar rebeldía

si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos

y por tu rostro sincero
y tu paso vagabundo
y tu llanto por el mundo
porque sos pueblo te quiero

y porque amor no es aureola
ni cándida moraleja
y porque somos pareja
que sabe que no está sola

te quiero en mi paraíso
es decir que en mi país
la gente viva feliz
aunque no tenga permiso

si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos.


Ismael Benedetti Rihawi Aragón.

Underlife // Syntra

Los Soprano en el Vips

Los Soprano en el Vips

Nunca fuí un tipo seguidor de series, películas o cualquier otra obra que requiriese de cierta concentración, cierta constancia, ciertas dotes para asociar huecos de tiempo libre con hobbies que en este caso yo llamo transicionales: hacerte muy seguidor de algo, de alguien, hace que con el tiempo se pierda interés hacia ello y acabe sepultado bajo harapos (grunge) en algún rincón de tu casa.

Hace tiempo ya, mi hermano, figura omnipresente en casi todos los momentos de mi vida, me sugirió através de la entrega en mano en dvd del mismo, una serie que hasta hoy no había terminado de ver, al menos no del todo;  aquel ofrecimiento no andaba en la misma liga que el prestarme, también por su parte (todo un visionario el tío), el segundo albúm de Korn, «Life is Peachy«,  etiquetado por éste en tiempos en los que sólo nos despertabamos con Nirvana, Alice in Chains o Pearl Jam, cómo «gente con ardor pegando gritos por exceso de problemas y gilipollez«.

Eran Los Soprano, una serie oscura pero atractiva, con tintes hogareños y altas dosis de dramatismo en ocasiones cómico, en ocasiones hollywoodiense; una historia bien arbolada en donde cada personaje toma un rol social y de comportamiento bien diferenciado, y que centra casi todas sus miradas entorno a la familia que da nombre a la serie, y en especial sobre el padre, Tony Soprano, y sus altas dotes para controlar situaciones tanto de puertas para dentro, como de puertas hacia fuera.

Y es que estaba claro que, en una sociedad en donde el término Mafia denota «algo chungo» pero a la vez «algo llamativo», mediatizado televisamente por figuras como Marlon Brando y Al Pacino en «El Padrino» o de éste último en «Scarface», Johnny Depp y Michael Madsen en «Donnie Brasco», o Robert De Niro y Paul Sorvino en «Uno de los nuestros», entre otros muchos ejemplos, un producto como Los Soprano atraería a una cantidad ingente de público deseosa de hacerse una idea más aproximada de lo que una «Familia no parental y con armas» pudiera significar.  (Y sino, navegar por cualquier foro relativo al tema y toparéis con comentarios de verdaderos piezas, hooliganmente hablando claro)

Por allá entonces logré engancharme, en un intento de acercamiento sistemático a todo aquello que proveniera de un hermano mayor (el que tenga hermanos mayores, sabrá lo que es eso, más cuando se es adolescente e insconsciente, en donde se buscan modelos a seguir diariamente) y por el propio condimento adictivo de la serie, pero por razones que se me escapan, lo cambiamos al tiempo por empezar a salir a correr por el Parque Municipal El Soto (vendita la hora, que cuerpo fibroso aquel).

Hasta hoy, en donde todavía nos relamemos con el final abierto, y con la necesidad de una continuidad, algo más que improbable, de la serie (esa costumbre de echarme al iphone un capitulillo para ver con un té «Relax» marca Hacendado al cerrar los días no es tán facil de borrar del planning semanal mental). David Chase, director de la serie, lo tiene al menos claro, aunque sostienen la idea de llevarlo al cine, idea con la que no ando muy de acuerdo (No, no me veo yendo de primeras a los cines del centro comercial Xanadú con palomitas y cuatro que venían de frikear en Game, cuatro guaperas con sus novias que pedían acción y que preguntaron a la taquillera por algo a lo «Bruce Willis con explosiones» y cuatro madres  que se confundieron de sala).

Vista durante varios meses, y en versión original (inicialmente puede resultar algo para hacerse el  interesante, pero acostumbrarse lleva poco tiempo, y ganais mucho en oído y en calidad del material – muerte a la asignación de voces por dobladores con operaciones de rinoplastia – ), el final arroja la necesidad de querer a la serie como algo propio e indispensable; no entraré a detallar los últimos segundos, por aquellos que todavía no lo hayais visto y porque análisis también hay cientos en la red, pero si anotar la canción escogida de fondo de final del acto como la elección mas acertada posible.

Todo final denota un punto de inflexión, una medida de rigor sobre la que tomar valoraciones, especular y actuar en consecuencia; todo final presume de generar incerteza entre los que la suscitan o la presencian; todo final conlleva a creer que algo nuevo va a entrar y algo saldrá en un entorno en un espacio temporal acotado. Todo final deja siempre, siempre, lugar a la duda.

Don’t stop, believing!

Ismael Rihawi Soprano Aragón
Underlife // Syntra

Aprovechando los últimos rayos de sol...

Aprovechando los últimos rayos de sol...

Muy probablemente conté con días en los que iniciar un blog de una forma más brillante; recuerdo contar con varias opciones cuanto menos sensatas. Eran desatadas en días colericos, de frenesí, en estado de euforia y/o depresión (si, el salto de un estado a otro es casi inmediato, al menos en mis días, cuanto menos emocionantes).

El caso es que me lleva rondando por la cabeza durante bastante tiempo donde quedó esa versión compositiva de mi, que tan bien me caracterizaba, que tanto me hacía soñar con sensaciones mejores, entornos ideales, recuerdos infinitos, construidos por alguien que siempre arrojó al aire la palabra «inconformismo» como señal de identidad.

Vivir de 4 canciones a la guitarra compuestas en el jardín de tu casa durante varios inviernos y varias relaciones de amor rotas a cachos tamaño DIN A4, 3 poemas, amagos de novelas y fotos de noches de éxito amateur en bares y salas de conciertos locales en donde alguna vez fuimos aplaudidos ya no se resulta suficiente. Si, aún así me siento orgulloso de «Little mind’s», «Entre brumas», «Al unísono’s «y/o «Syntra’s», gusta saber que puedes idear una sintesis de tu pasado reciente através de lo que algun dia te paraste a escribir. Pero el cuerpo te pide algo más.

Nos volcaremos (me encanta hablar usando plural mayestático, como si detrás de mi, y mientras escribo, hubiera cien personas dándome y quitándome la razón en la progresión de esta entrada) hacía algo más que un blog, que salvo en estas líneas iniciales, tratará de ser algo más que un blog personal, porque de blogs está inundado éste mundo de internet, y lo común aburre, hasta a quien lo crea; que conste que la idea inicial fue hacer seguimiento de mis días en Suecia como muchos otros compañeros, donde me encuentro (quitando idas y venidas) desde el 4 de agosto de 2008  haciendo digamos un intensivo a la vida, pero no me resultó para nada instructivo, y ni mucho menos interesante como medio de expresión. «Diarios ya tuvimos durante mucho tiempo» me dijo un día un tipo muy sabio, mientras degustabamos pipas de barrio en un parque, en un dia gris en el que abundaba el olor a humedad.

El contenido, finalmente, y en cuanto a la forma en la que orientemos el contenido, variará con el tiempo, que aún estando sin definir, si petendrá llegar un poco hondo a quiénes me conoceis directamente y sabeis que vivimos (todos, sin excepción) del cuento, de nuestro estado de ánimo y de «cuanto de seguros» nos sintamos en función de unos cuantos de cientos de motivos, que varían de cero al cien en pocos segundos y que se escapan de todo control de nuestras manos; Eterno ES será pues un espacio para comentar, hablar, para proponer y componer acerca de lo que mas rabia te de, sin fecha de caducidad, sin concesiones.

Ahora sí, hoy si, ya preparados para el siguiente tiempo, vuelve y mírame fijamente.

Ismael Rihawi Aragón.

Underlife // Syntra